Pero el motivo de estas líneas no es celebrar esta primera y gratificante satisfacción. Es dejar claro de una vez por todas que por muchas veces que se repita una mentira, jamás se convertirá en verdad. Me refiero al complejo de inferioridad que una minoría demuestra día tras día. Ven a la FEB por todos lados. La ven tras la intermediación del Gobierno de Cantabria. La ven en la candidatura de nuestra plataforma independiente. La ven como culpable de todos y cada uno de los errores cometidos en estos años que están acabando con los bolos en Cantabria. Incluso algún miembro de la Junta Gestora se permite el lujo televisivo, la desfachatez, de recomendarnos dar un paso atrás "porque los bolos se tienen que gestionar desde Cantabria". ¿Acaso ve en nuestra lista rubios y buenos mozos alemanes, o siquiera señoritos de Chamberí? Todos somos cántabros, al menos tanto como aquellos que nos descalifican. Cántabros sin duda y, a diferencia de ellos, con un profundo amor por nuestro deporte.

Lo repetiré una vez mas, a sabiendas que no será la última: No tenemos nada que ver con la FEB. No somos hombres de paja. Nada ni nadie mueve nuestros hilos, salvo tratar de facilitar que más gente vuelva a jugar a los bolos en Cantabria. Y como todos los dedos acusadores me apuntan a mí, lo dejo más claro todavía: No tengo relación con la FEB. Ninguna. Dimití de todos mis cargos y responsabilidades por desavenencias con las líneas de actuación. Y dí un paso al frente. Y si lo dí fue porque no ví que nadie fuera a hacerlo. Esperé hasta el último momento y como nadie quiso moverse, lo hice yo.

No tengo miedo. Ninguno. Respeto al que lo tenga, sus razones tendrá. Por eso estoy dispuesto a que me lluevan las bofetadas y a, ójala no haga falta, dentro de cuatro años poner la otra mejilla. Los bolos en Cantabria necesitan un cambio radical, un reparto mas justo de los recursos, la supresión de proyectos innecesarios que distraen medios materiales y humanos y una promoción como es debido. Cuatro años mas en las mismas manos dejarán esto como un auténtico erial.

Al menos pondremos en manos de la gente la oportunidad de decidir y eso no ocurrió nunca desde 1988. Si se sienten representados por una mayoría de la élite que consume casi el 40% del presupuesto cuando aporta menos del 5% de los ingresos, apostarán por la continuidad. Pero si quieren que los que representamos el grueso de los ingresos federativos tengamos por fin voto y voz tras un cuarto de siglo, votarán por el cambio. Ha llegado el momento, después de tantos años, el 7 de Octubre, tú decides.